martes, 5 de marzo de 2013

Adios a mis gatas

Hace menos de un año, cuando empecé con este blog tenía tres preciosas gatas, que eran tres generaciones de la misma familia, Mariposa, Fregona y Mazorca.

La abuela de la familia, Mariposa, ya la perdimos el verano pasado, y hasta la semana pasada tenía dos gatitas muy bonitas, imagino que una de ellas esperando descendencia. Hasta que el martes pasado, cuando llegué a casa estaba mi vecina, que había ido para decirnos que Fregona había aparecido muerta (envenenada) en su patio esa mañana. La preocupación se apoderó de mí, porque no había visto en el patio de mi casa a Mazorca al meter el coche, cuando a ella le encantaba ponerse en medio y hacer que me bajase y la subiese al coche.

Salí en su busca, llamándola, pero no hubo respuesta, no apareció. Ilusionada esperé a la mañana siguiente y nada, así hasta hoy, la llamo todos los días, la busco por los tejados, pero no la encuentro. Ya ha pasado una semana, y supongo que es el momento de aceptar que no va a volver y que alguien ha acabado con ella.

No entiendo por qué hay gente que la toma con los animales. Esos vecinos que no saben vivir en comunidad deberían mudarse al desierto, sin nada al rededor que les pueda molestar. Unas veces irá mi gata a su patio y se paseará, y otras su perro me ladrará cuando paseo por la calle, o sus palomas se cagarán en mi ropa recién tendida. Deberíamos entender que lo que a mi me parece encantador, al vecino puede ser que le moleste, pero no por eso debemos de acabar con los animales, que no tienen culpa ninguna, ni saben delimitar hasta dónde pueden llegar o si están en una casa en la que no deberían estar.

En mi casa siempre hemos tenido gatos, esta es la única vez que yo recuerde que no tenemos ninguno, y la verdad, ahora mismo no quiero tener otro, ahora sólo me gustaría que volviese mi Mazorquita. Deciros que era muy especial, muy cariñosa, no le gustaba quedarse sola, le gustaba lamer la mano, sentarse a tu lado en el sofá, si salías de la habitación se iba contigo, siempre estaba ahí, a tu lado, y lo único que no me gustaba, era que no tenía miedo a nadie.

La mayoría de los gatos que he tenido han muerto así, envenenados, gracias a los maravillosos vecinos que tengo. También le dispararon a una de mis gatas cuando andaba por el tejado de mi casa, y eso sí sé quien lo hizo, pero qué se puede hacer contra eso. Yo no la voy a tomar con sus mascotas, y sin saber quien está envenenando a los animales no se puede hacer nada, y si lo dices pareces tonta.

Con vecinos así, quizás la que tendría que vivir en el desierto soy yo.

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